Asociación para el estudio de temas grupales, psicosociales e institucionales

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La concepción vincular ante los cambios de la familia contemporánea. A. Eiguer


La concepción vincular ante los cambios de la familia contemporánea

Alberto Eiguer 


Una reflexión teórica me parece imponerse para tratar el problema de la dominación ya que es central cuando examinamos los cambios en las relaciones en el interior de la familia. Estos parecen ligados con la disminución de la autoridad del padre hacia sus hijos y del marido hacia su esposa.
Incluso la desnatalidad podría estar vinculada con la liberación de la mujer. Coincide con la introducción de la anti-concepción y del acceso masivo de la mujer al campo laboral. Hoy en Europa la tasa de nacimientos no permite ya la renovación de las generaciones. Los países a mayoría católica son en los que esta tasa es la mas baja. Estas cifras pueden cotejarse con las del progreso económico de España, Portugal, Italia e Irlanda. Entre 1945 y 1975, los países del norte de la Unión europea vivieron un auge económico sin igual. Fue durante los así denominados “30 años gloriosos”. Durante esta etapa, la natalidad disminuyó hacia las cifras actuales. A partir de 1975 vino el período de los treinta años de progreso económico, cultural, tecnológico y político en los países del sur europeo. También aquí se reduce la tasa de natalidad. No se puede entender esta progresión sin destacar el hecho que la mujer es actualmente partícipe activa de estos avances y que el trabajo femenino es uno de sus pilares. Analizando estos datos debemos suponer que los nuevos poderes de la mujer, bien que haya aún mucho por luchar como para que la igualidad de sexos esté consagrada, ¿conducen a una disminución de nacimientos e incluso a modificaciones familiares, especialmente aumento de divorcios, monoparentalidad y mismo progreso de la homoparentalidad? Es un hecho insoslayable que, si las parejas deciden tener menos hijos o postergar su concepción, suelen invocar razones económicas. Esto se manifiesta igualmente en los países del este europeo, en donde la tasa de natalidad se reduce a pasos de gigante. La esperanza de una “vida mejor” para y con los hijos, lo cual conduce generalmente a regenerar el deseo de proliferación, ya ha perdido actualidad. En las familias con más recursos, se suele escuchar que tener su casa propia es prioritario respecto del tener hijos.
¿Debemos afirmar que los sujetos familiares prefieren la asimetría entre dominador y dominado? ¿Tener ideas, decidir, tomar iniciativas deberían ser atributos de una sola persona? Ya Claude Lévi-Strauss (1949) subrayaba que en las sociedades llamadas primitivas, y en las otras también, las diferencias entre los sexos inducen a que las tareas del hombre y la mujer sean diferenciadas al punto que ninguno puede realizar aquellas tareas que estén asignadas al sexo opuesto. Sin embargo ¡el gobierno del hogar y de lo demás está a cargo del hombre!
Esta división del trabajo tal vez se pierda actualmente, pero quedan otras diferencias que permiten afortunadamente mantener una tensión creativa entre los sexos. ¿Por qué? Porque las diferencias no existen para alimentar el dominio de uno sobre otro, sino para generar un movimiento de uno hacia otro, en conductas de acercamiento recíproco, al mismo tiempo que en afectos y en fantasías. Digámoslo directamente. El ser humano ha tergiversado el sentido de estas diferencias, para pervertirlas en dominación. Las diferencias existen para mantener la necesidad del otro, para que el otro no sea ni omitido ni anulado, y para profundizar y perpetuar lo que es la base de la psicología humana: el vínculo. Ahora bien, lo que postula la ley del dominio es el reino de la anulación de las diferencias, para hacer reinar la analogía, lo idéntico, la mismidad. Las diferencias sirven a crear diálogo. El reconocimiento recíproco, que es un reconocimiento de su propia castración, nos conduce a componérnosla con la negatividad radical en nosotros y en el otro.
La alteridad es tanto más difícil cuanto que es vivida en contradicción con el narcisismo. En cambio estar en vínculo supone no sólo ir mas allá de su narcisismo propio, sino también ponerlo al servicio del “estar con el otro” para pesquizar los puntos comunes en los que vamos a encontrar el sendero del narcisismo del otro y fundar así un narcisismo compartido en donde el vínculo se reconocerá como único, idéntico a sí mismo y sostenedor de la identidad de cada uno. Creo, por otra parte, que la puerta de entrada del vínculo con un otro considerado como alguien que es diferente, que tiene su subjetividad, su inconsciente, pasa por la ilusión gemelar o grupal para luego diversificarse.
Pero si el dominio atrae a tantos seres es porque está ligado con el amor que profesamos hacia el otro. Si no, lo recuerda Jessica Benjamin (1988), sería imposible que caigamos en su “trampa”. Pero agrega que el dominador no lo es siempre y en toda circunstancia. Al contrario él se deja dominar por el que aparece como el “sometido”. La autora se basa en la dialéctica del amo y del esclavo que estudió G. Hegel en su Fenomenología del espíritu, para matizar y profundizar las ideas feministas, a las que adhiere en general. Aún así, las partidarias del feminismo no logran aceptar cualquier argumento que pudiera implicar o culpabilizar a la mujer, considerada siempre y en toda circunstancia como víctima del hombre y de las instituciones y normas que él creó para sus propios fines.
S. Freud (1917) alude al dominio como una tendencia pulsional que precede la investidura del objeto. Se trata de la pulsión de dominio o de apoderamiento, die Bamächtigung Triebe, que es paradógicamente a-sexual o mejor dicho “presexual”. Antes de entrar en contacto con el objeto y para atraérnoslo, le imponemos nuestra mirada, para que nos mire, considere apreciable el interesarse por nosotros, se abra al dialogo, acepte la intensidad de nuestra líbido y despierte su apetito de deseo. Luego si conseguimos seducirlo, seremos regocijados con el afecto, la estima y la consideración que el otro podrá tener por nosotros. El primer dominio significa algo así como un movimiento potencial: “Aquí tengo algo para ofrecerte.” La cuestión es que después ya no necesitamos dominar, salvo, y aquí entra a jugar un papel la fragilidad del sujeto, si la pérdida de esta unión es temida. O si no ello aparece cuando la alteridad del otro no se soporta y se supone que este último ambiciona una independencia que sería fuente de dolor para nosotros. Entonces, y es el caso de tantos dominadores por exceso, para evitar la disolución del vínculo, que se aprieta sobre el gatillo de la dominación.
Creo que una dosis de dominio funcional del comienzo es una garantía para la escucha del clamor inicial, pero luego ello va a diluirse en el apego entre los seres ya unidos. Atavismo del pasado inicial, el someterse al otro queda aveces suspendido de l’investidura, inmobilizándola, y sin lograr quitarla, mientras que el sendero sería el admitirle. Admitir que estimo al otro y lo aprecio. Admitir que él existe para mí y en mí. Le concedo una parte mía, me deshago de una parte de mi yo, pero me alzo en sujeto al realizarlo.
¿Es utópico pensar que en el futuro los seres en vínculo no necesiten ya de estos sometimientos y ataduras para vivir la plenitud de la relación de sentimiento? Veremos que las dificultades de la familias de hoy en día vienen de estos malosentendidos, en donde la dependencia se paga con el pesado tributo del sometimiento. Y a veces sólo ha cambiado el amo.

¿Cuáles son los cambios de la familia contemporánea y sus consecuencias psíquicas?
Comprobamos que la familia vive estos cambios desde hace varias décadas: la disminución de la natalidad, el aumento de los divorcios y recomposiciones familiares. Los niños no van a crecer con los mismos padres (al menos no con los que los concibieron juntos).
En la mayoría de los casos, la vida común da el contorno de la familia y sienta las bases del desarrollo de la pertenencia a la familia. Pero sucede que los miembros de las familias actuales tienen que referirse a pertenencias plurales; los niños pueden tener dos padres o dos madres, uno es el padre biológico, el otro  con quien viven. A veces ello los vuelve confusos; también se relacionan mucho con uno de sus genitores desinvistiendo al otro. La continuidad y la estabilidad de los vínculos familiares están en peligro. Ello puede suscitar angustias de pérdida. El futuro parece dudoso. El hecho de que los padres biológicos del hijo no se amen más conduce frecuentemente a desacuerdos en cuanto a la manera de conducir la educación del niño, como si los desacuerdos se desplazaran hacia el terreno de la educación, después de una vida común que para los hijos no había sido reposante, con padres que se peleaban diariamente. Se observa que algunos cónyuges divorcian, entre otras razones, porque no se ponen de acuerdo sobre la educación del niño o sencillamente porque, sin reconocerlo, desean conducir su educación completamente solos. Al mismo tiempo, el padre o la madre que vive con su o sus criaturas tiene que ejercer varias funciones, inventar respuestas a múltiples problemas diarios, que podía compartir antes con su excónyuge, y trabajar más para hacer frente a su nueva y difícil situación financiera. Por estas razones, se siente desbordado, poco disponible. En estas distintas situaciones, lo que es difícil de salvaguardar es la diversidad propia de la familia, la presencia de dos padres, la referencia a dos linajes genealógicos, que sirven de modelos de identificación.

Aislamiento
Se asiste también a un aislamiento de la familia nuclear, lejos de la familia de origen a causa de cambios frecuentes de residencia. La familia se vive también como desarraigada en relación con sus orígenes, sus tradiciones familiares, culturales; los padres niegan la importancia de la transmisión de los valores, principios, vivencias que pertenecen a su historia transgeneracional mientras que en el pasado esta transmisión formaba parte de la educación de los niños y alimentaba su identidad.
Y luego los padres están desorientados acerca de la mejor manera de aplicar autoridad sobre sus hijos.
Aún así las consecuencias no son siempre negativas. Existen también consecuencias positivas pero hablo en primer lugar de aquellas que plantean problemas.

El sospechoso
Los padres están desubicados. Como reacción, los intercambios en la familia se vuelven casi únicamente funcionales: no se discurre sino de lo fáctico, sólo de lo que es necesario hacer; se consagra mucho menos a intercambiar y hablar de sí, a divertirse juntos, a compartir momentos de ocio. Es necesario también destacar que las imágenes, el vídeo, Internet y los teléfonos portables, interfieren en esta comunicación por no encontrar los individuos medios como para integrarlos en un proceso de intercambio interesante.
Estamos también en presencia de una carencia de la autoridad del padre, así como de la madre; el hecho más notorio es que los niños desestiman a los padres cada vez más y bastante precozmente. Los padres adoptan así actitudes de retirada o, al contrario, de propuesta de aquello que excita, para atraerlos, como dinero, regalos, y a veces productos químicos. Desbordados, pretendiendo controlar una situación que les escapa, y creyendo dar más responsibidad así a sus hijos, los tratan "en adultos". Carecen entonces de retención en lo que se refiere al relato de su vida sentimental, sexual, etc.
El pequeño mundillo doméstico padece igualmente de un déficit de la estima de sí. La necesidad de re-narcisación aparece entonces como muy importante. Se complica también debido a que muchos padres intentan "virilizarse" en el mundo del trabajo, como para compensar su falta de autoridad familiar, pero, obviamente, el resultado es incierto, lo cual implica derivas, con problemas en su inserción o su carrera profesional. Retornan acongojados al hogar y a veces esperan apoyo de los allegados. Los hijos son entonces "adultificados", se les pide consejo y decidir. Se les dice que se realizan cosas importantes para ellos como, por ejemplo, “traerle un hermanito”. El niño no cree en absoluto que es su asunto. Contrariamente a lo que se supone, que esto conduce a una mayor responsabilización de los pequeños, ello sobrecarga su psiquismo y los culpabiliza, ya que carecen de instrumentos para enfrentarlo. Es preferible que sientan que sus padres saben asumir su deseo.
Así es como los pequeños funcionan en falso self, no naturalmente, hacen como si... mientras que en el fondo son extremadamente vulnerables. Cada niño desea seguir siendo pequeño; tiene antes bien miedo de crecer. Prefiere que se le hable en su lenguaje y que se le permita desarrollar su imaginación y admita su necesidad de jugar. Una de las consecuencias es que los niños adoptan muy precozmente modelos de identificación de los adultos, en su comportamiento de indumentaria, el maquillaje en las muchachas, los temas de conversación; se encuentran igualmente en contacto de productos para adultos como series TV “para adultos” o películas pornográficas.

¿Cómo llegamos a semejantes malosentendidos?
Desde el punto de vista de la estructura de la relación, el borramiento de la figura del padre parece ser corriente. Ausente, muy absorbido por sus actividades extrafamiliares, como "desautorizado" por sus allegados y/o él se "desautoriza". Se debilita su función de autoridad, así como la de la madre por otra parte. ¿Debe ello vincularse con la pérdida de límites? Intentemos precisarlo. Balzac dijo que con la decapitación de Luis XVI se había cortado la cabeza de todos los padres de familia. Por aquello que nos muestra la historia de la familia, esta aserción puede matizarse, ya que después de 1794, el padre tuvo bonitos días ante él. Solamente, dos siglos más tarde, la decadencia de la sociedad patriarcal es más manifiesta. Durante el siglo XIX, el padre tenía un lugar aún imponente en la familia, mientras que a su vez mucho se idealizó a la madre: se veía cómo se sacrificaba, al estar muy atenta a sus retoños y ayudar a su esposo a hacer frente a las exigencias de una sociedad industrial que le pedía a él ofrecer su fuerza de trabajo sin que disponga de tiempo para consagrarse a los suyos.
Si tenemos en cuenta la importancia de la idealización elevada de cada una de las figuras de la familia según los tiempos, asistimos hoy a una reformulación de los datos. Pasamos de una sociedad donde el padre idealizado recibía toda la consideración y todos los honores de su familia, a una sociedad en donde la madre recibía más que en el pasado, luego actualmente, a una sociedad donde el niño monarca pasa a ser el centro de atención principal.
Esta evolución fue ciertamente necesaria: el niño podía ser objeto de perjuicios inmensos ante la indiferencia generalizada. La preocupación social por las negligencias y los malos tratos físicos, psíquicos, sexuales de los cuales es víctima es muy reciente. Tal sólo desde hace pocos años se instauró un dispositivo legal y se crearon medios para ayudar al niño a salir del infierno de los abusos en familia. El cuerpo social asumió la defensa del más débil y no podemos sino felicitarnos de ello. Pero eso forma parte de una mecánica que puede escaparnos si no velamos en dar a los mayores el lugar que les corresponde en la transmisión de su herencia psíquica. Ciertamente, hay padres que maltratan, como hay padres que envían a los pequeños a trabajar o más grave aún que los ofrecen en el mercado del sexo, en particular, en los países que practican el turismo sexual.
El padre se convirtió en objeto de sospechas. El abuso devino un argumento principal cuando los padres están en conflicto; se lo menciona frecuentemente en los divorcios, a veces de manera engañosa.
Al nivel mismo de la evolución de las ideas psicoanalíticas, se pueden distinguir tres etapas si estudiamos la idealización sucesiva de cada uno de los tres personajes de la familia. En la época de Freud (1930, 1938), el padre, omnipresente en su reflexión, es el centro neurálgico de la organización familiar, el que da la medida de toda la relación y que dicta la ley. Invistiéndolo y admitiendo su autoridad, se lleva a la instauración del superyó.
A partir de los años treinta, ciertos psicoanalistas ingleses, entre los cuales Mélanie Klein (1952), construyen un modelo práctico théorico donde lo maternal se convierte en el objeto esencial. La madre es siempre "buena" e incluso "ideal". Si el lactante tiene sentimientos hostiles respecto de la madre, es que su anhelo, inspirado en su pulsión de muerte, es activo. Nunca la madre aparecerá como ambivalente en este modelo. Con el pretexto de que la fantasía inconsciente es el objeto del psicoanálisis, la fantasía inconsciente del niño no debería de ninguna manera dar cuenta de la realidad psíquica de la madre, inconsciente o material.
Con D. Winnicott (1964) el viento cambia aún: se pone progresivamente al niño en un lugar privilegiado. Si la madre no presta a su lactante la atención prevista, efectos nocivos podrían producirse. Podría sospechársele que no se interesara por el lactante. Winnicott postula que toda madre debe poseer una calidad que nombra "preocupación maternal primaria", estar bastante disponible hacia el niño, o incluso sacrificarse por él. Para la formación del ser, la violencia o el conflicto amor/odio del niño no son determinantes. En cambio, el mundo de la ilusión primaria se reconoce como fundamental. Pero mientras tanto, en esta teoría, el padre parece ser olvidado, o si se piensa en él, su función está en relación con la función primordial y principal  de la madre; el padre es su “suplente”. Servirá, por ejemplo, para dar al hijo la capacidad para actuar en la vida, mientras que la madre le permitirá existir, lo que es en el fondo más importante.
No cuestiono la vigencia de estos descubrimientos; los destaco para poner de manifiesto que la evolución de las ideas científicas puede estar supeditada a la evolución de la sociedad. Vivimos en un mundo donde el niño es a veces privilegiado, a menudo idealizado. Libros y películas lo muestran hoy en espléndido héroe ante adultos indeciso y flojos. Salva a otros. Entre sus amigos o sus hermanos y hermanas, encuentra aliados. Juntos, forman un grupo sólido y abigarrado donde una ideología igualitaria se presenta como más eficaz que el espíritu de la familia con sus eternas jerarquías. El niño buscará otros modelos parentales, entre sus maestros y guías espirituales, que le proponen medios de aprendizaje basados en criterios diferentes de los de su medio de origen. Es eventualmente reconfortante para él lanzar un reto a su familia y deshacerse de una herencia psíquica.
Una nueva concepción de las funciones familiares deberá evitar caer en la influencia de la mentalidad social del momento. Unicamente una visión global et intersubjetiva como la que permite la teoría grupal operativa y vincular tiene la posibilidad de lograrlo. Tal teoría debiera en lo ideal evitar el favorecer la posición de uno u otro de los personajes centrales de la familia. Y no supeditar el poder al valor supuesto de una función, ya que cada una de ellas es vital para el conjunto. Así se podrá resaltar el noble carácter simbólico del parentesco y los múltiples movimientos, intercambios y articulaciones que genera.

Abusos sexuales
Me pregunto si este aumento de la excitación en la familia contemporánea debe también articularse con el crecimiento observado de abusos y agresiones sexuales y de la pederastia. ¿Sería como una venganza de adultos que no saben ya cómo neutralizar el poder nuevo de los niños? ¿Podemos pensar que los abusadores son los portavoces de una reacción conservadora mas amplia? (Cf. A. Eiguer, 2001.) ¿Las perversiones tendrán hoy en día una función política antidemocrática como tuvieron durante el siglo de las Luces una función liberadora? Veamos cómo funcionan.
Estos agresores sexuales desean ejercer una influencia sobre el niño rebajándolo y degradándolo detrás de una propuesta que los tienta, la de compartir su sexualidad de adulto. La sexualidad es el terreno privilegiado de los adultos predadores, es decir de aquellos que avasallan y corrompen. Son conductas de adultos; la responsabilidad primordial es obviamente la de los adultos agresores, pero todo esto no es ajeno a los cambios actuales que vive el niño como "adultificación" en donde otros adultos tienen allí algo que ver. Está tentado por adoptar el ser mayor de lo que es. Este sería el mensage al niño: “¿Quieres ser y hacer como los adultos? Mira entonces cómo es esto.”
Este es el dramático caso del incesto padre/hija o padre/hijo. Aparece como una manera de imponer por el adulto un poder desafianzado y desubicado como para recuperar un vínculo que le escapa. Ciertos padres incestuosos se ocuparon de sus hijitas desde pequeñas por desarrollar ya uno de los aspectos de su pedofilia en latencia: el atractivo sensual hacia el universo infantil, sus expresiones y… sus secreciones. Otros, y los mas numerosos, estuvieron ausentes de las primeras relaciones con el lactante, lo que tal vez les hubiera permitido desexualizar el contacto sensual integrándolo a la corriente tierna. Esta integra el narcisismo en la creación de un sí mismo familiar. Se puede pensar que el incesto es imposible para la mayoría de nosotros pues no se puede hacer el amor con lo (uno) mismo, con alguien con el que se tiene tantos puntos en común. Es por lo cual que el incesto en el caso de adopciones y de recomposiciones es relativamente frecuente.
Otros padres son ostensiblemente dominadores y terrorizan a su entorno con una actitud despótica. El incesto les parece figurar en una continuidad con su poder, que consideran como una prerrogativa natural, y digamos “divina”. En todos los casos, la familia vive su vincularidad primaria de manera desencarnada. Los vínculos entre los padres tienen algo de loco, de insensato, de deshumanizado. Ciertamente hay madres que no quiren ver lo que se trama detrás de ellas, otras no pueden ver… pero un mensaje ultrajante le es igualmente dirigido como para mostrarles que su poder materno y femenino nada puede ante el poder del sexo, sus tentaciones y alcances superlativos.
Creo que sería reductor pensar que solamente la recuperación del poder paterno entra en la determinación incestuosa, pero ignorar esta dimensión me parece injusto.

Ciertos hechos clínicos
Es interesante estudiar a fondo lo que crea el vínculo en una familia. En primer lugar, el modelo del psicoanálisis groupal destaca las fuerzas comunes que estrechan el vínculo y que le dan un calor, una presencia. En segundo lugar, nos interesan aquellos elementos originarios y arcaicos, producciones inconscientes "que circulan y se intercambian" entre los miembros de la familia. El tercer elemento que importa es la interrogación sobre lo transgeneracional, que es el tesoro común a las familias y que permite a cada uno sentirse a la vez unido al otro y que posee una referencia idéntica estable y sólida.
Cada vínculo en el interior de la familia necesita ser examinado de manera aislada destacando sus funciones específicas. Me refiero a los vínculos de pareja, filial, fraterno, y en relación con lo transgeneracional. Cada vínculo tiene una relación de grupo con el otro y asimismo los miembros del vínculo están en reciprocidad intersubjetiva. Pueden llevar a cabo tareas y funciones que no le están asignadas en principio cuando fallan en alguno de los otros vínculos, pues las guardan en su memoria. Cada vínculo tiene cierta totipotencialidad para asumir otros aspectos del parentesco.
Me explico. Un vínculo que se modifica en esta época de mutaciones es el fraterno. Los hermanos y hermanas de distintos padres en el caso de la familia recompuesta juegan un papel singular en la integración de la nueva familia. Entre niños, el juego, los intercambios ayudan a conocerse mejor y a quererse y facilitan a los padres a que los acepten mejor. O cuando los padres desaparecen, los más grandes ocupan su lugar en el vínculo con los más chicos.
Podemos agregar el ejemplo del nuevo papel de los abuelos que por su presencia y al ocuparse de sus nietos les transmiten saberes y recuerdos que los padres no toman la precaución de transmitir.
La parentalidad ampliada juega a su vez un papel interesante. En la clínica, se constata que en las terapias psicoanalíticas los miembros reanudan contacto con padres o parientes distantes si no dieron señal de vida desde hace tiempo. Van hacia ellos con mucha simpatía e intentan realizar actividades y encuentros juntos, pero también hablar de su historia común, en busca de estos rastros históricos y generacionales, y que hasta entonces eran simples indicios que engendraban una curiosidad y que buscaban infructuosamente calmar.
La fiesta y la reunión familiar ocupan también un lugar importante en la evolución de la familia contemporánea: tengamos en cuenta que cambia quizá en su forma y en su contenido. Se convierte en un ritual menos estereotipado al cual se adhería antes mas "por obligación" que por deseo. Actualmente la gente se reúne en pequeño grupo, con aquellos que se tiene más afinidad y con los que se entiende mejor para conmemorar la cultura común.

Objetivos de la terapia familiar psicoanalílitica (TFP)
Uno de los objetivos principales de la TFP es que los miembros de la familia comuniquen entre ellos y sobrepasen así el registro de la fático y ficticio para comprobar cuánto es mas interesante pensar juntos. Para los adolescentes es vital que los padres puedan comunicar con ellos acerca de su propia adolescencia, de sus angustias de la época, de sus sinsabores y revueltas. ¿Cuáles fueron sus experiencias marginales de entonces? Si tuvieron tentaciones hacia la droga, la violencia, los grupos sectarios. Es esencial que el adolescente sienta que su padre y su madre son seres cercanos, para que él mismo deje de sentirse un extra-terrestre, y ver que tuvieron dificultades y que trataron como pudieron de resolverlas. La terapia, que es una técnica verbal y en donde la tarea del terapeuta es de interpretar en términos de inconsciente grupal, reduce la angustia de las palabras y el miedo a mostrarse.
Contribuyen a desentrañar esta maraña las técnicas mediatrices como el juego, el dibujo y la aplicación del psicodrama en grupo a la familia. El interés por las técnicas gráficas merece ser subrayado como el genograma y sus variantes y enriquecimientos. El dibujo de la casa familiar o su plano revela que la casa no es únicamente un lugar material, sino el ámbito sobre el que se desplazan investiduras y emociones intensas. Este dibujo permite aclarar numerosos conflictos latentes, como aquellos aspectos apenas representados que, por temores impronunciables, quedaron escindidos de la memoria familiar. Las alianzas secretas y perversas pueden ser identificadas y relacionadas así con fantasías compartidas desvastantes.
Pienso, en suma, que no se pierde su alma si se introducen mediaciones. Los juegos imaginativos forman parte de estas propuestas. Facilitan la aparición imaginaria y el acceso al material latente. Tal fue el caso, en uno de mis ejemplos, del jugar con escribir una carta a un abuelo alejado con quien los miembros de la familia estaban enojados. En otro caso familiar “paralizado” por una fuerte angustia hacia el futuro, intentamos imaginar lo que la familia sería dentro de algunos años. Estos juegos no son "tareas para el hogar" - una técnica utilizada por otras escuelas. No se trata de obligarse a escribir una carta, sino de imaginarlo para salir de un callejón sin salida. Trabajé con los miembros de una familia sobre "anuncios a publicar en un diario de pedido de empleo" para un joven hombre que no encontraba trabajo. Entonces aparecieron en la sesión resistencias colectivas a la reanudación de la actividad laboral.
También podemos introducir el humor en nuestras interpretaciones, que es una dimensión a la vez agradable, liberadora de energía y de aquellos pensamientos que están enquistados o dispersos.

Subrayar las diferencias culturales
Solemos introducir, como lo hacen algunos entre nosotros ante las familias migrantes, la lectura de textos tradicionales, como el Corán, y literarios (cuentos, fábulas, teatro) producidos por la cultura de origen. Eso les permite retomar contacto con las raíces familiares. Acosados por conflictos desgarradores de fidelidad, los integrantes de la familia olvidan a menudo sus raíces o incluso las niegan.
Sensibles al desarraigo de tantos migrantes, solemos desarrollar el reconocimiento de las diferencias culturales. Especialistas de culturas diferentes trabajan a domicilio, por ejemplo, o pueden servirse de mediadores culturales como el morabito, el jefe del pueblo, de intérpretes. ¿Como abordan en otras partes del mundo a las familias en situación de precariedad, de pobreza? Pero nosotros mismos ya estamos influidos por modelos heterogéneos e introducimos en la familia modelos alternantes, sin saberlo. En el caso de niños colocados, trabajamos con los cuidadores. A veces los asistentes sociales y los educadores están presentes en las sesiones de la terapia de las familias marginales o que tienen problemas judiciales; ocupan una posición intermedia entre el terapeuta y la familia o incluso son coterapeutas. Estas técnicas se asemejan a las prácticas de red, pero nosotros los incluimos en la TFP.

Para sintetizarme
Creo que la familia aún no completó el cambio democrático que tanto necesitaba, y que se viven ahora dificultades no previstas de este cambio. La sociedad avanza más rápidamente en sus instituciones que la familia, que sigue siendo muy conservadora. A continuación, ésta debe permitirse asumir plenamente un igualitarismo, lo cual no significa borrar las barreras generacionales, sino la posibilidad para cada uno de existir de manera diferente y autónoma. El autoritarismo patriarcal produce inhibiciones, genera sentimiento de desvalorización; en el otro extremo, el "dejar estar" desorganiza, porque causa sentimiento de inseguridad. Pienso que los problemas aparecen en cuanto no se asimila aún este cambio igualitario. Ejercer una función de autoridad significa transmitir el sentido de la ley, es decir que somos responsables unos hacia otros. Ciertas familias no incluyen coherentemente la liberación, mismo parcial, de la mujer.
En el caso de los papeles del padre y la madre, se cree aún que si uno asume las funciones del otro, eso implica la anulación de su identidad sexual. Se trata al contrario de un enriquecimiento del campo de los funcionamientos familiares.

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